Cuando empecé con el desarrollo personal, todo parecía tan bonito. La idea de “descubrirme” y encontrar mi propósito y todo eso que nos venden… sonaba como una promesa increíble. Pero la verdad, el proceso de autoconocimiento no es tan bonito como lo pintan. Es mucho más complejo y, sobre todo, doloroso. A veces es abrumador, confuso, y te vas a encontrar con momentos donde te vas a sentir perdida.
Entenderte más, pero sentirte vacía
Al principio, me sentí superemocionada porque estaba aprendiendo cosas sobre mí que no sabía. Fue como ver mi vida desde una perspectiva nueva, como si empezara a entender por qué pensaba y actuaba de cierta manera. Pero, por otro lado, también me encontré con un vacío enorme. Los libros que leía y los podcasts que escuchaba, aunque al principio me inspiraban, me dejaban con más preguntas que respuestas. De repente, te desmontan todas las creencias que tenías sobre ti misma y te das cuenta de que para evolucionar, tienes que dejar ir a la persona que eras. Y eso, créeme, da miedo.
El miedo al cambio: dejar de ser quien eres
Aquí es donde las cosas se ponen difíciles. El desarrollo personal te exige cambiar, cuestionarte todo lo que pensabas que sabías sobre ti. Tienes que dejar de ser la persona que eres ahora para poder evolucionar. Y eso da miedo. Tienes que reflexionar, indagar dentro de ti, cambiar de hábitos, adaptarte a nuevas formas de pensar y sentir. La verdad es que durante muchas partes del proceso, me sentí perdida.
También había situaciones en las que me sentía incapaz de aplicar lo que había aprendido. Leía sobre técnicas, escuchaba consejos sobre cómo reaccionar ante ciertas situaciones, pero cuando llegaba el momento, me sentía totalmente perdida.
Sabía que debía actuar de una manera, pero no lograba hacerlo. Y eso me hacía sentir mal conmigo misma. La frustración y la autocrítica se apoderaban de mí, y me preguntaba si realmente era capaz de cambiar.

Altos y bajos: no es todo un camino recto
Una cosa que nadie te dice es que este camino tiene muchos altos y bajos. No todo es tan bonito y fácil como parece desde fuera. El desarrollo personal no es lineal. Aprendes algo, te sientes genial, pero después viene otra situación donde todo lo aprendido se desvanece.
Por ejemplo, es muy fácil pensar que todo está bajo control cuando estás solo en casa, meditando o reflexionando. Pero cuando te enfrentas a un momento de rabia, miedo o dolor, todo ese conocimiento se olvida por un segundo. Y ahí es cuando más cuesta. Porque el crecimiento realmente ocurre cuando te enfrentas a esas emociones y situaciones difíciles, pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
La soledad en el proceso
Y aquí viene otro reto: la soledad. En muchos momentos de este proceso, me sentí sola. Porque no siempre encuentras a alguien con quien hablar sobre lo que estás viviendo.
El desarrollo personal puede ser un camino muy solitario, sobre todo si las personas que te rodean no están en la misma sintonía que tú o no entienden lo que estás viviendo. Muchas veces me sentía incomprendida, y es muy frustrante no poder compartir con alguien tus miedos, dudas o frustraciones.

Es un camino largo y desafiante, pero vale la pena
Así que, sí, el proceso de autoconocimiento y consciencia no es fácil. No es siempre bonito. No siempre tiene sentido. Pero, poco a poco, vas entendiendo que se trata de un camino largo, lleno de lecciones, a veces dolorosas, pero necesarias para tu evolución. Aprender a conocerte de verdad es un regalo, pero también es un reto constante.
Y lo más importante: no estás sola en esto. Si tú también estás en este proceso, quiero que sepas que lo que estás sintiendo es completamente normal. El cambio y el crecimiento no siempre son lineales, pero cada paso que das, por pequeño que sea, te está llevando hacia una vida más auténtica y más alineada con tu verdadero ser.